viernes, 4 de junio de 2010

poemasdesdemiombligo

Este libro no es un libro normal.
No.
Ni tan siquiera un poemario al uso.
Tampoco.
Porque en este libro no sólo he escrito yo.
No.

En este libro, Luis Alberto de Cuenca, ha hecho el prólogo más lindo del mundo,
en estos versos, Charo Fierro, ha derramado su pasión y los ha bordado con su cariño,
en estos poemas, Antonio Huerga ha creído,
y en estas palabras cosidas con tanto amor, desamor y hambre de escribir, hay un trabajo artesanal en la edición.

Poemas desde mi ombligo es mi último poemario que habla del amor en toda su dimensión y lo he dividido en un preámbulo y tres partes :
tequiero,
teodio
Y te comeríaconajitostiernos.

Y porque la poesía es para que la leamos todos, os dejo con un trozo del prólogo y dos poemas: el que abre el libro y uno que está en la contraportada.
Y os juro, que si no fuera porque hay que vender libros, os lo dejaría entero...

Y así ocurrió, pues desde entonces hasta el día de hoy, recién inaugurado el año del Señor de 2010, no he perdido contacto con Yolanda Sáenz de Tejada, y la he visto crecer en sabiduría poética, desde aquellos primeros poemas que me participó vía email a los pocos días de conocernos, hasta estos estupendos Poemas desde mi ombligo que Antonio y Charo auspician desde Huerga y Fierro Editores y que tengo el placer de prologar. Y no es que los vagidos originales de Yolanda como creadora poética fuesen adolescentes o inmaduros. En absoluto. Su voz primigenia resultaba ya fresca, sugerente y auténtica. Con sencillez y espontaneidad incidía en los temas de siempre —el amor, la amistad, la pasión, el deseo, los celos…— con una audacia y un candor y una economía de medios realmente admirables. Hacía versos como quien susurra al oído confidencias antiguas, pero también como quien lanza al aire, y en voz serena y alta, las resquebrajaduras de su alma, las grietas por donde navegan sus más íntimas fantasías. Ahora los hace igual de bien, pero les ha añadido la pizca de retórica que les faltaba, porque Yolanda tiene una enorme facilidad para aprender de todo y de todos, y sus lecturas poéticas son cada vez más amplias y profundas, con lo que la discípula se ha ido convirtiendo, a una velocidad de crucero, en maestra (como atestiguan ciertas voces femeninas recientes que se han visto influidas por ella, buscar refugio dentro de su manto).

LUIS ALBERTO DE CUENCA

Yo me crié entre
chicos.
Hombresniños
de vello naciente
en la voz.

Y jugué a indios y
vaqueros
(en lugar de ligarme
al novio de la
Nancy).

Aprendí a conducir
con mi primera
menstruación
-aquel R6 atravesaba
(sin freno)
el mar de olivos
en las ardientes tardes
de verano-.

Mi piel huele aún
a aceituna
caliente
y al beso de aquel
chico moreno
que se me escurrió
(años más tarde)
de la vida.

Yo me crié entre
chicos y
robé con ellos
en las casas
abandonadas de mi pueblo.
Escondí postales
de mujeres desnudas
que se tocaban
los pechos
y caminé sin miedo
por los tejados de
mi barrio.

Con mi gran parte
masculina,
adoro a las mujeres
que son así.

Y con la inmensa
femenina,
adoro a los
hombres
que aman a esas
mujeres.

II


Me miro,
y los cristales rotos
del día
reflejan mis ojos
de loba,
de mujer fiera que
atrapa la vida con
sus pestañas.

Me miro desde
arriba y,
con mis dedos
llenos aún de
tu saliva,
atrapo un
lunar que vuela
por el aire
enfebrecido.

Son las dos
de la mañana
y tus besos
me inundan
la espalda.

Tranquila,
fierecilla,
me susurras
en la piel,
sujeta tus pupilas
o te devoraré
la vida…

Es martes
de una semana
cualquiera.

Tus manos me recuerdan
que, siempre que
termino de amarte,
no debería
haber empezado.


yolandamufelizconestehijito